Cuanto pesa el alma?



Platón, que prefería siempre las cosas que venían en paquetes tripartitos, decía que el alma era la idea eterna que estaba formada por tres partes (una mental, una emocional y otra espiritual) y que, al morir, cada una tomaba su camino y el alma espiritual regresaba a la “dimensión luminosa” de donde –a su entender– procedían todas las almas. Aristóteles extendió la noción y se despachó diciendo que todos los seres vivos tienen en sí un principio vital o alma –mortal– que regula todas sus funciones vitales, y que muere junto a él (las plantas tienen un alma vegetativa; los animales, un alma sensitiva; y los seres humanos, un alma racional). Y las firmas siguen: Hesíodo (“un aliento que mantiene la vida del cuerpo inanimado y que lo abandona cuando el ser humano muere o está moribundo o desmayado); Hegel (“la manifestación sensorial inferior del espíritu en su nexo con la materia”).
21 gramos es el peso que perdemos al morir. El peso del alma humana. Esta curiosa creencia [que da título a la película que lleva el mismo nombre] tiene su origen en parte en los estudios llevados a cabo por el doctor MacDougall a principios del siglo XX, según se cuenta un artículo del sitio de leyendas urbanas. MacDougall construyó una cama especial muy sensible a las variaciones de peso, y colocó en ella a seis pacientes con diversas enfermedades y en fase terminal y los observó antes, durante y después de la muerte, midiendo sus respectivos cambios de peso. El alma si existe. No solo en términos metafísicos, sino concreta y científicamente. Está situada en la marea de neurotransmisores y los recovecos de las estructuras cerebrales. Esos 21 gramos que se desvanecen cuando morimos y que mantienen nuestra conciencia activa; ese espíritu apenas perceptible que, según la creencia de cada quien va al cielo o al limbo. Esa quimera, ese suspiro… ya tiene explicación científica. Los primeros esbozos de lo que ahora sabemos, fueron resultados de años de investigación de un hombre irrepetible en la historia de la ciencia. Francis Crick, el mismo físico y biólogo que ganó el Premio Nóbel en 1962 por describir, junto con James Watson, la estructura tridimensional de doble hélice del ADN en 1953, dedicó más de 50 años a buscar lo que podemos entender como alma y que algunos llaman conciencia. Es nuestra caja negra. “las alegrías, tristezas, recuerdos y ambiciones, el sentido de la identidad y voluntad personales, no son en el fondo más que la conducta de unas células nerviosas y de sus moléculas asociadas…”. Todo esto nos lleva a reflexionar sobre los testimonios de quienes han visto la luz al final del túnel. Relatos de personas que sufrieron muerte clínica y revivieron y muestran una extraordinaria similitud. Todos afirman que su “alma” de separó realmente de su cuerpo carnal. Es decir que convivimos con ella hasta el momento de nuestra muerte en el que se supone que el alma queda liberada del cuerpo. Es contradictorio o mejor dicho curioso, que nuestra alma que pesa aproximadamente 21 gramos, sea aplastada muchas veces por la conciencia…
“El hombre dura menos que una vela, que un árbol, que una piedra, que un pájaro, que un pez fuera del agua: "casi no tiene tiempo de nacer… / Y sin embargo, cuando parte / siempre deja la tierra más clara.” Eugenio Montejo

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