DEL PERDON



El perdón es sencillamente la remisión de la deuda, es misericordia, es decirle no al rencor...
Muchas veces nos toca vivir experiencias en las que debemos hacer gala del buen samaritano, perdonar setenta veces siete, a traspasar nuestro orgullo con la daga del perdón. Para los radicales, a los super-egos les es muy difícil, casi imposible poner en práctica esta regla. Nadie, sin excepción, es perfecto y por lo tanto no escapa a la realidad de cometer errores graves o chicos; a diario nos topamos con gente que nos agravia, nos hiere, nos maltratan o simplemente no actúan de acuerdo a tu consentimiento, ello resulta motivo suficiente para que nos enemistemos con la vida. Las personas que no perdonan, se convierten en verdugos y en su interior destilan amargura y una profunda incapacidad para demostrar que son humanos y como tales corren el riesgo de errar. Perdonar puede resultar el más hermoso acto en el cual demostramos que estamos llenos de amor, que estamos libres de egoísmo y ofrecer la oportunidad de reivindicarnos.
No olvidemos que el rencor carcome corazones, nos hace intransigentes, testarudos, y nos vamos quedando solos con los fantasmas del odio y el dolor. Por eso aprovecha cuando la vida te ofrece la oportunidad de perdonar a un hijo, a un hermano, a un amigo, a un oponente, a un padre, a un enemigo y te estarás dando una oportunidad a ti y a la vida...

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