LA DOCTRINA MONROE
La doctrina Monroe es una declaración de principios que ha determinado las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica. Recibe su nombre del presidente James Monroe, quien la presentó por primera vez en su discurso frente al Congreso, en el año 1823.
En este discurso, Monroe promovió la idea de que el continente americano debería mantenerse independiente de Europa. Por lo tanto proclamó su apoyo hacia los países latinoamericanos, asegurando que cualquier intento de colonización europea sería entendido como un acto hostil contra Estados Unidos.
En aquella época, estos países habían conseguido su independencia pocos años antes y sus democracias eran débiles. Por eso el gobierno norteamericano temía que las potencias europeas buscaran retomar el control sobre ellos.
La Doctrina Monroe se resumía en la frase “América para los americanos”. De acuerdo con este concepto, Estados Unidos asumía una posición activa frente a cualquier intervención externa sobre un país americano.
La Doctrina Monroe adquiere su actual connotación cuando, en 1904, Venezuela se ve amenazada por flotas de naciones europeas. El presidente estadounidense Theodore Roosevelt manifestó su país no permitiría la injerencia de las potencias europeas en el país latinoamericano y determinó que la intervención de un país europeo que pusiera en peligro los intereses de los norteamericanos obligaba a la intervención de EEUU para restablecer los derechos y el patrimonio afectados.
En fin, la Doctrina Monroe ha evolucionado hacia una pretensión de EEUU de evitar toda injerencia en los países de América que provenga de potencias de otra parte de la orbe y es la Venezuela actual la que representa un grave riesgo para las pretensiones norteamericanas de dominio territorial.
Puntos fundamentales
La aplicación de la doctrina Monroe contemplaba tres puntos centrales, que eran, textualmente:
- “Los continentes americanos (…) no deben ser considerados ya como objeto de futuras colonizaciones por parte de potencias europeas”.
- “El sistema político de las potencias aliadas es esencialmente distinto (…) del de América (…) Cualquier tentativa de ellas para extender su sistema a cualquier porción de nuestro hemisferio sería considerada por nosotros como peligrosa para nuestra paz y seguridad”
- “En las guerras entre potencias europeas por cuestiones propias de ellas no hemos tomado nunca parte alguna, ni interesa a nuestra política que la tomemos”
Corolario Rutherford Hayes
En 1880 se añadió un primer corolario a la doctrina Monroe, que estimaba el Caribe y Centroamérica como parte de la “esfera de influencia exclusiva” de los Estados Unidos. Así lo enunció el entonces presidente Hayes, añadiendo a la doctrina Monroe que para evitar la injerencia de imperialismos europeos en América, su nación debía ejercer el control exclusivo de cualquier canal interoceánico que se construyese.
Es así como, posteriormente, los Estados Unidos se sentirían legitimados para adueñarse legalmente del canal de Panamá, cuya construcción había sido abandonada en 1888. Además, con este corolario, los Estados Unidos impedían el acceso comercial de Europa al Caribe y Centroamérica, manteniendo su monopolio comercial con dichas regiones.
Corolario Roosevelt
Otro corolario de la doctrina fue emitido en 1904 por el entonces presidente estadounidense Theodore Roosevelt, a raíz del bloqueo naval que sufrió Venezuela entre 1902 y 1903 por parte de los Imperios británico, alemán y el Reino de Italia, exigiendo el pago inmediato de deudas contraídas por el gobierno del entonces presidente de la nación suramericana Cipriano Castro.
En dicho bloqueo los Estados Unidos actuaron como mediador imparcial, y luego anunciaron el corolario a la doctrina Monroe en el que establecían el derecho de su nación a intervenir libremente en el resto de los países americanos, para reordenar el Estado o devolver las garantías de funcionamiento a sus empresas e intereses en dicha nación, en caso de una intervención de potencias ajenas al continente que las pusiera en riesgo.
Con este controvertido corolario se daban permiso los propios EE.UU para disponer de los otros países violentando su soberanía y su autogestión. Esto significó una nueva etapa de imperialismo norteamericano llamada “El gran garrote” (The Big Stick) en el que el uso de la fuerza fue carta común en las relaciones estadounidenses con el resto del continente.
La doctrina Díaz
La doctrina Díaz fue pronunciada por el entonces presidente mexicano, Porfirio Díaz, como respuesta al último corolario de la doctrina Monroe. En ella se enunciaba que todos los pueblos debían ser libres de autodeterminar su futuro y autogobernarse, sin que otra nación tuviera derecho a intervenir en ello, ni reconocer o desconocer dich
Críticas a la doctrina
La doctrina Monroe ha sido ampliamente criticada como un documento que simplemente confiere a los EE.UU la potestad de hacer del continente americano su administración política, cosa que quedó demostrada con la nula intervención norteamericana en las invasiones europeas que siguieron a su proclama.
El criterio final tenía más que ver con las potencias europeas enemigas de los EE.UU que realmente con algún tipo de alianza americana por la independencia. “América para los americanos”, según sus detractores, debería ser interpretada como “América para los estadounidenses”.
En efecto, si bien EEUU fue el principal socio comercial de Venezuela; para 2018 China era el segundo comprador de petróleo con importaciones del orden de 600,000 barriles de petróleo, y primer acreedor del país latinoamericano, con 56,000 millones de dólares en deuda. La economía venezolana es dependiente del país asiático, por la gran cantidad de productos que importa a cambio del petróleo.
Luego de las sanciones económicas que EEUU impuso al gobierno de Venezuela, la importancia de China como socio comercial de Venezuela creció y lo mismo sucede con quien ocupa el segundo lugar en ese aspecto, Rusia.
A pesar de no existir transparencia en las cifras, se habla que el gobierno ruso y la petrolera estatal de ese país, ROSNEFT, son acreedores en Venezuela por más de $6,500 millones de dólares y la caída de Maduro pudiera implicar que esa deuda cayese en impago.
Pero no sólo se trata de una cuestión económica, Venezuela representa para Rusia y China la posibilidad de influir territorialmente en América Latina, y la subsistencia de Maduro en el poder se transformó en una cuestión de geopolítica que incide en el deterioro de la influencia de EEUU en la región y pone en una fuerte tensión la Doctrina Monroe.
Las sanciones impuestas por Washington a la petrolera venezolana PDVSA y su filial norteamericana CITGO, que implican congelación de activos por 7,000 millones de dólares y el cese de compra de petróleo al país sudamericano, pueden tener un efecto adverso al planteado por EEUU, pues Rusia y China se pueden convertir en el sustituto de las compras de esos activos y aumentar la influencia geopolítica de ambos países en latinoamérica, la que puede extenderse fácilmente a los regímenes de tinte socialista de la región.
ISABEL VIRGINIA CHIRINOS FLORES
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