La paz es posible

¿Es posible la armonía y el buen entendimiento en las relaciones de la familia, entre vecinos, entre los pueblos y en el mundo? En tiempos de atentados, guerras, exilios, refugiados y masacres, sentimos inseguridad, miedo, indignación, dolor... sentimos la fragilidad de la paz.

Según la Carta Fundacional de Naciones Unidas, la paz individual es el fundamento de la paz social y política. ¿Sería posible una sociedad sin que sus miembros aceptaran el lenguaje de los otros? ¿Que no compartieran las mismas costumbres base del Derecho y de una Ley común? ¿Y sin unas mismas creencias base de una ética comunitaria? Si para alcanzar una paz política hablamos de respeto a los otros, de comunicación y colaboración, en la paz social buscamos una justicia social respetuosa con las personas y un buen sistema educativo que dirima las diferencias y roces diarios mediante el diálogo. La paz no puede venir de afuera hacia adentro, como si la paz y la violencia fueran caras de una misma moneda, como la salud y la enfermedad.

La paz, como el amor, genera familias, grupos, sociedades, mientras que la violencia las destruyen.

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