HOMBRES VIRTUOSOS


Las virtudes se ejemplifican en personas y en acciones. Aristóteles afirmaba que las virtudes se aprenden viendo funcionar bien a gente en determinadas situaciones: en la esfera pública, en las batallas, en la vida privada, en el arte, y nos damos cuenta de que ese ser es estupendo. Entonces la única forma de llegar a ser virtuosos es intentar parecerse a ellos. Tal y como lo proponían los griegos, se aprenden las virtudes a través de la imitación. De los ejemplos de de tus padres, de un amigo y de quienes uno recurre en momentos de necesidades o de algún tipo de carencia, en cuanto y en tanto aquellos a los que imitemos nos recomienden el camino del bien. Es bien cierto que nuestra sociedad está basada en abusos y egoísmos individuales, ávida  de valores y en esencia es lo qué hay para ser emulado. Se puede afirmar que actualmente prevalece un patrón del mal, una retorcida escala de valores que han marcado a los ciudadanos y proyectando falsos estandartes que se traducen a través de medios de comunicación y redes sociales como lo son líderes de bandas de terrorismo, narcotrafico, pranatos, corrupción, entre otros, que deforman el sentido de lo que verdaderamente se requiere. Como sociedad su poca memoria colectiva fue sepultada  bajo el facilísimo, la pereza y el desorden, y puso en boga el culto a la mediocridad. Urge reactivar  a la solidaridad, y la armonía necesarias para la convivencia dentro de los ideales humanos. Nadie debe estar al margen de la humanidad, ni por encima, y mucho menos que la desprecie. 

Hoy y siempre se requieren hombres virtuosos...


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