A 50 AÑOS DE "RAYUELA" Y EL JUEGO SIGUE...

«Contranovela», «crónica de una locura», «el agujero negro de un enorme embudo», «un feroz sacudón por las solapas», «un grito de alerta», «una especie de bomba atómica», «una llamada al desorden necesario», «una gigantesca humorada», «un balbuceo»… Con estas y otras expresiones se aludió a Rayuela, la novela que Julio Cortázar comenzó a soñar en 1958, se publicó en 1963 y a partir de entonces cambió la historia de la literatura y agitó la vida de miles de jóvenes en todo el mundo. Plena de ambición literaria y vital, renovadora de las herramientas narrativas, destructora de lo establecido y buscadora de la raíz de la poesía, durante todas estas décadas Rayuela siguió siendo leída con curiosidad, asombro, interés o devoción. Recién cumplió 50 años, y un cronopio  llamado Julio Cortazar quebró todos los esquemas de la literatura con una obra que deambula en los delirantes laberintos de sus páginas y la bohemia parisina. Hoy sigue vigente Rayuela, pues  para muchos representa  una  biblia de tapas negras,  que  no contenía propuestas políticas ni redentoras en aquellos dorados años sesenta cuando lo que abundaba eran llaves ideológicas maestras, y también ganzúas, para abrir todas las puertas del futuro socialista. Entre dictaduras militares y golpes de Estado, mediocridad cultural y Gobiernos corruptos, gastada retórica oficial y malos escritores embalsamados, opresión económica y opresión cultural, Cuba sí yanquis no y alianza para el progreso y cuerpos de paz, Rayuela era el manual de reglas para patear culos, útil para quienes en aquellos años fervorosos empezaban a la vez el camino de la acción política y el de la acción literaria. Rayuela enseñaba conductas libres y llevaba de la mano a sus lectores juveniles a la inconformidad perpetua. Pero eso es algo con lo que al fin y al cabo no pueden compadecerse las revoluciones una vez en el poder, porque, oh ley inexorable, la rebeldía que dio vida al ideal absoluto de libertad termina no pocas veces en esclerosis y los héroes convertidos en caudillos, y así la salamandra del pasado termina mordiéndose la cola, diría Morelli. Las utopías reglamentadas se vuelven siempre pesadillas. Un viaje, a veces rápido, desde los sueños a los malos sueños, y de allí a los pésimos sueños...

ISABEL VIRGINIA CHIRINOS FLORES
15/12/2013


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