LA CATEDRAL DE NOTRE DAME Y SUS FAMOSAS GÁRGOLAS


El arte gótico ha sido llamado así por el hombre renacentista, que veía en él brutalidad y una realidad grotesca, realizando una similitud en el término con el pueblo bárbaro de origen germánico de los godos.
Pero el término “Gótico” no viene de los “Godos” sino  que se acerca más a lo “Goético” que traducido sería  “mágico”.
El “art ghot” es traducido como “argot”, es decir, un  idioma que sólo entienden un grupo reducido de  personas. Ese argot aparece reflejado en la misma  catedral de Notre Dame, donde a través de símbolos,  existe un saber apto únicamente para unos pocos  iniciados que comprenden los mensajes que allí se  representan para comunicarse entre ellos.
Se sabe que los enfermos acudían a Notre Dame para implorar a Dios que acabase con su sufrimiento, y éstos no abandonaban el recinto hasta que recibían curación a sus males. Estos enfermos tenían una capilla en la que había seis lámparas colgadas del techo les alumbraban durante su espera para ser curados. Los médicos encargados de pasar consulta hacían su labor justo alrededor de la pila bautismal, situada en la entrada de la basílica. Pero, ¿a qué se debía este extraño ritual? ¿ Acaso es un signo que nada más entenderían los hombres medievales? Esto también queda patente en el ilustre profesor Jacques Despars, que nada más daría clases de Medicina en el siglo XIV en París si era dentro de la Catedral de Notre Dame.
Como vemos Notre Dame es el centro de la vida pública de París durante el medievo y el corazón del arte del saber y de lo oculto. Con sus adornos y escenas decorativas hacen de ella una auténtica enciclopedia al aire, donde se recogen los conocimientos medievales que nada más interpretan los iniciados.
El arte y la ciencia de los viejos alquimistas queda plasmado en la catedral gótica parisina. En el siglo XIV los alquimistas se reunían todos los domingos ( ida de Saturno como lo llama Fulcanelli en su obra) en el Pórtico Principal de Notre Dame, tanto en la Puerta de San Marcelo como en la Puerta Roja, donde exponían el resultado de sus investigaciones y observaban los símbolos alquímicos que allí se representaban.
La Catedral de Notre Dame es una de las edificaciones más antiguas de todo el mundo. El pasado lunes 15 de abril esta creación sufrió un incendio, lo que ocasionó que la aguja que sobresalía y dos tercios de las bóvedas y tejados terminen destruidos.
Ubicada en París (Francia) fue construida entre los años 1163 y 1245. Allí, se han celebrado acontecimientos destacados en la historia, tales como la coronación de Napoleón Bonaparte o la de Enrique VI de Inglaterra.
Esta tiene dos torres de 69 metros en su fachada, pero uno de sus grandes atractivos son el conjunto de gárgolas de piedra que presenta. Estas son figuras misteriosas que representan una fusión entre hombres, animales, monstruos o demonios. Algunos dicen que antiguamente simbolizaban a demonios huyendo de la iglesia; otros, que funcionan como espantapájaros para malos espíritus.
Son las gárgolas de Notre Dame, protagonistas de una vieja leyenda a orillas del Sena.
Originalmente, la palabra gárgola deriva del vocablo francés gargoille, que significa garganta. Y eran usadas como desagüe para expulsar el agua de la lluvia lejos de la catedral.
 Las gárgolas son la razón de ser de Notre Dame. ¿Quién no ha oído  hablar sobre estas figuras misteriosas que vigilan desde los salientes  de la catedral a todo el que pasa por la isla de la Cité? Estos adornos  suelen servir de desagüe para expulsar el agua por sus bocas, pero  la figura de la gárgola no está hay colocada por una sinrazón.
Cuenta una leyenda parisina que en una cueva de las orillas del río  Sena vivían estos seres, en los que destacaba la conocida como “La  Gargouille”, que era un ser cuyo cuello era largo y retorcido con  unas mandíbulas muy fuertes y unas grandes alas que le permitían volar por todo París. Con su enorme boca acumulaba el agua suficiente para inundar París mientras la sobrevolaba.
Para acabar con este ser, se decidió darle caza y quemarle en la hoguera. Este episodio legendario se dejaría recordado en la catedral gótica y sería el origen de la palabra “gárgola”. 
Se cuenta que en la noche de la muerte de la hoguera de Juana de Arco,  en París las gárgolas se despertaron de su letargo y comenzaron a ahogar a todo aquel que hubiera apoyado la ejecución de una inocente, quedando París con muchos cadáveres de aquellos que estuvieran a favor de la quema de la heroína francesa que traía en jaque a los ingleses.
Las gárgolas propiamente dichas "tienen un aspecto distintivo, que consiste en un cuerpo hueco y aerodinámico, un cuello largo y una expresiva cabeza parecida a un animal","A menudo, también tienen alas emplumadas, orejas prominentes y puntiagudas, y extremidades con garras pegadas a su cuerpo".
En cambio, las quimeras "no sobresalen de las paredes externas. En su lugar, se alinean en la Galerie des Chimères, un balcón que conecta los dos campanarios".
Estas adoptan formas de animales, híbridos de animales con humanos y figuras míticas.
Pero estas estatuas que están tan ligadas a la imagen de Notre Dame no forman parte de su construcción original, finalizada en 1345.
Fueron añadidas mucho después, a mediados del siglo XIX, durante un proyecto de restauración que se desarrolló entre 1843 y 1864, liderado por los arquitectos Eugène Viollet-le-Duc y Jean-Baptiste Lassus, quien falleció antes de que se completara la obra.
Fueron hechas por el artista Victor Joseph Pyanet, cuyo nombre muy pocos hoy recuerdan.
Un dato interesante por demás, poco conocido, es que, de algún modo, deben su presencia al novelista francés Victor Hugo.
Tal fue el éxito que tuvo su novela "Nuestra Señora de París" (1831), que cuenta la historia del jorobado Quasimodo que cuida de las campanas de la iglesia y que se enamora de la gitana Esmeralda, que el público francés comenzó a mostrar un renovado interés por el patrimonio histórico y, en particular, por su icónica catedral.
De hecho, tras la publicación de la novela, las autoridades francesas crearon la Comisión de Monumentos Históricos, explica la experta en literatura francesa y profesora emérita de la Universidad de Princeton, Suzanne Nash.
Victor Hugo fue una de las figuras notables que presionó para que se restaurara la catedral y luego participó activamente en un subcomité de tres personas que supervisó el proyecto de restauración presentado por los arquitectos a cargo de la obra.

ISABEL VIRGINIA CHIRINOS FLORES
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