SER CAMELLO NO ES EL OBJETIVO




El hombre es mente. La palabra “hombre” significa en inglés “man” que a su vez proviene de la raíz sánscrita “man”; que significa mente. Si comprendemos como trabaja la mente, entenderíamos la realidad del hombre y su `posibilidad también.
El hombre en si no es sino un ser, sino un paisaje, está en continua transformación, no hay descanso siendo un hombre. El descanso está por debajo del hombre, o por encima de él, por debajo está la naturaleza, y por encima está Dios. El hombre se encuentra justo en medio, es un enlace, una escalera.
El hombre es un viaje entre dos infinidades, una infinidad en su naturaleza; la otra es su Dios oculto. Como dice Jesucristo en sus enseñanzas, que había que ir más allá del hombre; el hombre es las dos cosas, es por un lado es parte de la naturaleza, por otro es parte de Dios, y puesto que el hombre pertenece a dos realidades separadas, tiene lugar a la ansiedad, la tensión, el constante conflicto; continuas luchas entre las dos naturalezas, de allí que no existe la posibilidad de paz. Esto es exactamente lo que es el hombre, una enfermedad, una tensión constante, ser o no ser, esto o aquello, una lucha constante entre el alma y el cuerpo, lo inferior y lo superior, conciencia e inconsciencia. Hay que pensar en ir más allá, como transcender, como superarse. Es el mejor milagro del mundo: superarse uno mismo. El hombre existe en un plano muy superior, o en una profundidad mucho mayor. Esas etiquetas que reúnes acerca de ti mismo como las de doctor, ingeniero o comerciante son buenas para funcionar dentro de la sociedad, pero no muestran nada de tu realidad. La sociedad no quiere que vayas mas allá, porque te ha hecho miembro de una masa, te proporciona cierto encarcelamiento, te ha quitado todo lo peligroso: el caos, la libertad, la irresponsabilidad, te encasilla, te clasifica. La sociedad ha terminado su trabajo, ya puedes vivir silenciosamente, ir a la oficina, volver a casa, cuidar de tus hijos y así sucesivamente, y un día mueres: tu existencia se ha completado, es una existencia rutinaria. Friedrich Nietzsche denominó a este estado “camello”, la bestia de carga. La gente sigue acarreando grandes fardos de carga sin ninguna razón en absoluto. Y siguen andando por el desierto, como lo hace el camello. Su carga, su ansiedad, su tristeza, su miseria, se han vuelto parte de su definición, de su identidad, Ser camello no es el objetivo, se necesita algo mas existencial. Esto no es suficiente para vivir una vida alegre, no te proporciona un alma. No te aporta celebración, no puede ser extático.

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