COMUNICARSE


Una de las mejores cosas que puedes hacer es aprender a comunicarte efectivamente. Es importante saber como comunicar tus sentimientos y pensamientos a los demás clara y directamente. Etimológicamente, esta palabra significa porter en común, compartir (communicare en latín). Es el sentido de compartir lo que nos remite a Io que todos esperamos de la comunicación: compartir algo con alguien. Para sobrevivir, el ser humano necesita agruparse y relacionarse a fin de enfrentar de manera comunitaria el gran reto de mantenerse vivo, superar las adversidades y alcanzar un nivel digno de subsistencia. Esta relación es posible gracias a la capacidad innata que posee de comunicarse y alcanzar acuerdos satisfactorios para la convivencia pacífica. La comunicación verbal, herramienta de excelencia que caracteriza al ser humano, pone en manos de cada uno la posibilidad de encontrar en el consenso, solución a una gran gama de problemas. Vemos a diario adultos que han quedado aislados con torturantes preocupaciones dominando y organizando sus vidas. “¿Porqué le voy a contar mi problema a otra persona que ya tiene los suyos?”, alegan. Poder hablar de una preocupación no sólo trae alivio por haberla compartido, también abre alternativas, aportadas por quienes ven las cosas de diferente manera. Evitar que un problema se convierta en una carga insostenible requiere de una actitud activa para encontrar nuevas formas de hacerle frente. Una conducta pasiva, derivada del temor a recibir respuestas imaginadas en el otro, impiden tratar el punto de conflicto. Sin embargo es justamente por intermedio de la comunicación hablada que pueden ser encontradas las alternativas para llegar a un alivio, a una solución o a un acuerdo importante. El habla, los gestos, la conducta humana constituyen un complejo sistema de comunicación. ¿Qué significa poder comunicarse?. Gracias al proceso de comunicación humana se pueden establecer códigos de intercambio y reglas de convivencia. En suma, vivir en sociedad La comunicación permite llegar a acuerdos, a puntos geográficos, a pedir, reclamar, ofrecer, expresar ideas, afectos, componer teorías, defender o acusar, agradecer, explicar, dar una orden o rechazarla, disentir, llegar a otros, escuchar a otros y ser escuchado, etcétera. Abre infinidad de recursos. Sin embargo, el desarrollo de esta capacidad no parece estar en orden de prioridad Disminuyen las posibilidades de ser comprendido si uno mismo no sabe bien qué es lo que quiere decir. Si el proceso de comunicación falla, y los mensajes no llegan a destino, el que los emite, puede quedar sin respuesta o con una respuesta que no se corresponde con el mensaje enviado. Ocurre una distorsión. Y la construcción de nuevos mensajes sobre un concepto equivocado. La producción de una cadena de nuevas distorsiones y malentendidos van modelando problemas de variado grado de gravedad. Cuando los afectos están en juego, un proceso distorsionado de comunicación puede llegar a ser dramático. Con los dos personajes de la tragedia de Shakespeare “Romeo y Julieta”, un mensaje que no llega a tiempo precipita un desenlace fatal. Sin llegar a tal extremo, si el modo de funcionamiento principal de una relación incluye el hábito de silenciar los temas que gravitan sobre cada uno, la relación se verá perturbada. Construir un modelo eficaz de comunicación contribuye a evitar que dificultades cotidianas se conviertan en grandes problemas. Nuestra comunicación puede traducir responsabilidad o victimismo, seguridad o inseguridad emocional, respeto o desconsideración, proximidad o de alejamiento, amor o desamor, alegría, rabia, culpa o tristeza, creatividad o rutina, paciencia o impaciencia, claridad o confusión. Todo depende, principalmente del qué y del cómo nos expresamos. En ocasiones nos auto saboteamos tanto que parece existir algo o alguien dirigiendo nuestras vidas. ¿Ego? ¿Subconsciente? Lo importante es aprender a dirigir nuestra comunicación y darnos cuenta de los mensajes ocultos o contradictorios que compartimos. Podemos activar en la gente estados de apatía, antipatía, empatía o simpatía, dependiendo de nuestra calidad comunicacional. Para mejorar la calidad comunicacional, debemos elegir cuidadosamente las palabras, que usamos, el tono de voz con que nos expresamos, así como los gestos, posturas y movimientos que empleamos. Incluso aspectos como la ropa y los accesorios que usamos, envían mensajes acerca de nuestro estado de ánimo y estatus social. La forma como manejamos la distancia (cercanía o
lejanía) en la comunicación, habla de nuestra capacidad para establecer límites o para avanzar hacia una mayor intimidad. Hablar mucho, hablar poco e incluso hacer silencio, expresa en cierta forma, su posición sobre el tema de conversación, muestra aunque sea en parte, lo que usted es o lo que pretende ser. No se puede tener una vida de calidad sin relaciones de calidad, y no se pueden tener relaciones de calidad sin una comunicación de calidad.

Comentarios

Entradas populares