VICTIMAS DEL APARTHEID
Daniela Segura Navarro de 17 años, egresada del Colegio “Aplicación”
obtuvo promedio de 19.43 y optó de acuerdo al sueño de su vida, estudiar
Medicina en la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado” , siendo
relegada a una lista de espera ocupando el numero 257. Daniela junto con su mamá
no se rinden en diligenciar y enviar correos al Secretario General de la Ucla,
a la OPSU, insistiendo, para lograr la reconsideración
de tan aberrante medida. “Estoy abatido y frustrado. Yo no tengo la culpa de
nacer en Carúpano ni de que mis padres se esforzaran para tenerme en un colegio
privado”, dice Samuel De Amicis, vía
telefónica desde la soleada ciudad sucrense. Los 20 puntos que aparecen como su
promedio de notas del bachillerato y que, según explica, logró con mucha
dedicación no fueron suficientes para ser admitido en la carrera de sus sueños
y muchos menos en la universidad a la que aspiraba. De Amicis fue uno de los 9
bachilleres que no
fueron asignados a través del nuevo Sistema Nacional de
Ingreso (SNI) para
cursar Medicina en la Universidad Central de Venezuela (UCV), a pesar de contar
con la máxima calificación posible durante su escolaridad. Ningún 20 fue elegido. Aliz Hamid Chávez tiene 17 años y desde
los 8 sabía que quería ser médico, como su mamá. Sus planes se vieron truncados
el 15 de mayo de 2015, cuando recibió los resultados de las admisiones de la
Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu): “Usted no fue asignado (a) en ninguna
de sus opciones de carrera. Si desea verificar la posición que ocupó, consulte
la Lista de Cola de las carreras”. Los 20 puntos de promedio que
mantuvo durante todos los años de bachillerato, no fueron suficiente para
cumplir su sueño de estudiar medicina en la Universidad Centro Occidental
Lisandro Alvarado (UCLA), en Barquisimeto. Es el caso de Aliz Hamid. El nuevo
sistema de admisión le negó un cupo en las tres universidades a las que aspiró
ingresar, a pesar de que 100% de los estudiantes que fueron admitidos, tienen
un promedio menor que el de ella. Ninguno tiene 20. Tener un promedio de 19,7
puntos no le valió de nada a Abranny Almao para conseguir que la Oficina de
Planificación del Sector Universitario le asignara un cupo en la carrera de
Medicina en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. En cambio, fue
relegada a listas de espera en los puestos 1.190 en la UCLA, 1.841 en la
Universidad de los Andes, y 5.350 en la Universidad de Carabobo, por debajo de
personas con promedios de hasta 15 puntos. A juicio de Amalio Belmonte,
secretario de la Universidad Central de Venezuela, ese método es
discriminatorio. “Si se imponen criterios como la condición socioeconómica,
todo el mundo declarará que es pobre para entrar a la universidad. Pareciera
que los estudiantes de liceos privados tuvieran que pagar una especie de culpa
y que por eso el porcentaje de asignaciones para ellos será menor, aunque
tengan buen rendimiento académico”. Para Luis Bravo Jáuregui, director de la
Memoria Educativa Venezolana el método de asignación de cupos de la OPSU
estimula la adhesión ideológica al régimen por encima del mérito académico.
“Ahora sacar buenas notas es el camino complicado para ingresar a la
universidad”. ¿Pero que representan todos estos testimonios? Desde la boca del huracán socialista, desde las
profundidades de la marea roja, donde se encuentran los más radicales y
propulsores a ultranza de esta revolución chavista, le han dado un zarpazo contundente e hiriente a
la médula del país, a su semillero, a las cunas de donde emergerán los que
pueden sacar al país de la oscuridad. Desde siempre las Universidades han sido
las casas que vencen las sombras, y con esta acción solo aumentan el apartheid
que impera en el país, pues sobre la base de sus cacareados discursos anti imperialistas
y procomunistas, solo han degradado más a las clases más pobres, dándoles migajas
y lisonjas a cambio de votos, cambiándoles dignidad por comida y televisores, discriminando
mas y mas, acentuado la exclusión y el recrudecimiento de la pugna
entre clases sociales. El futuro de estos
miles de jóvenes que apostaron a un sueño de ser profesionales, se esfuma como
una bocanada de humo, gravitando en el limbo, y el poder ingresar a las universidades es ahora
cuesta arriba y con pocas esperanzas de lograrlo. Con políticas como éstas de carácter
populista y electoral, no podremos avanzar ni progresar, por el contrario, nos
hundiremos más, sepultando a la excelencia, la motivación, el mérito académico,
y las potencialidades de formación de cualquier persona. Esperemos que la
cordura se erija a favor de la justicia y equidad estudiantil, despojada de
toda mancha política y se enrumbe hacia un sistema educativo universitario
en el que se tenga un justo acceso y donde prevalezca la calidad y capacidad del estudiantado.
ISABEL VIRGINIA CHIRINOS
FLORES
28/07/2015
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