LA LECCION DE NEPAL

Con alrededor de  30 millones de personas y un paisaje que no es monótono pero se asemeja a un asentamiento irregular sin límites territoriales o límites en la pobreza de sus habitantes es lo que se conoce como Nepal. Pero  no es sinónimo de tristeza en la gente, son amables y en su mayoría alegres, reniegan todo el tiempo de los indios, y el color aporta su cuota al paisaje porque está presente en cada rincón, en las ropas de las mujeres, en cada esquina que no es formalmente esquina, cada comercio de apertura total a la calle haciendo casi inexistente el límite interior-exterior. Poseen  una manera de vivir, tan diferente a la occidental tan pública. Precariedad, polvo, construcciones ruinosas, construcciones nuevas en pleno proceso, temperaturas por el cielo (o el infierno) y un intercambio constante de mercancías poco formales, de variedad infinita, sin refrigerar. Las vacas se entremezclan en el tránsito que es caótico, que es solo una manera de desplazarse sin ninguna regla establecida, sin las reglas que pertenecen al conjunto de señales y costumbres siempre aprendidas , conocidas supuestamente mundialmente y que ayudan a desplazarse a cualquier "ciudadano del mundo" en cualquier lugar. Kathmandu es un mix de religiones, costumbres, idiomas y grupos étnicos. Sabemos que existe la mezcla pero es realmente difícil para nosotros hacer alguna distinción, primeramente porque ni siquiera conocemos todas las opciones disponibles en ese abanico cultural que se abre en Nepal . Todo convive armónico, colores y cultos. Los templos abundan en asentamientos milenarios como Patán o Bhaktapur, con sus distintos formatos y constantes ofrendas o gente que se entrega al rezo en maneras que no reconocemos. La religión se vive y siente, y eso se percibe, incluso siendo tan ajenos y tan iguales.  Nepal es un país que entristece y también conquista en un sentimiento dual. Es importante señalar  sobre los años de atraso que tiene ese país con un aeropuerto internacional de entrada y salida a un pequeño mundo de acotados vuelos donde no existe siquiera una computadora,  la inmensa cantidad de gente que jamás accederá a la cantidad-calidad de información que nosotros tenemos entre manos, pensar en las condiciones de infra-calidad de vida y pensar que ellos ni siquiera parecen lamentarlo porque no conocen ese otro mundo, o pueden prescindir de él, porque nacieron así y en ese contexto-asia de pobreza-indigencia, donde se hace preciso ser fuerte hasta para cruzar la calle, donde el velo de polvo todo lo cubre, donde una fila de gallinas degolladas nos mira pasar. Tras haberse producido ese gran terremoto y  a pesar del rastro de muerte y destrucción del sísmo, los damnificados que siguen al raso conservan su bonachón espíritu a prueba de catástrofes.  Los efectos del  devastador terremoto del sábado, cuya cifra oficial de víctimas va ya por más de 5.000 muertos y 10.000 heridos, los nepalíes lo han perdido todo, menos la sonrisa, que siguen luciendo los damnificados acampados bajo lonas en las calles de Katmandú, ya sea porque sus casas y la fragilidad de sus construcciones  quedaron destruidas por el sísmo o por miedo a volver a sus hogares en previsión de nuevas réplicas. Olvidándose por un momento de la muerte y destrucción que les rodea, sus sonrisas son toda una lección vital tan profunda como las consecuencias de la catástrofe. La lecciòn que nos dejan los nepalies, es que a pesar de carecer de casi todo, lo  han perdido todo, pero su espìritu sigue en alto, con la esperanza de reconstruir, recuperar y seguir sonriendo...

ISABEL VIRGINIA  CHIRINOS FLORES

29/04/2015 

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