DIAGNOSTICO TARDIO DE UNA GANGRENA

Susurros, murmullos, rumores y cuchicheos...Nadie se atreve a colocarle el cascabel al gato, todos comentan, critican, pero hasta allì. Es una suerte de cìrculo vicioso, donde el abuso y lo inmoral se vuelven cicilicos, reiterativos. No hay acciones contundentes para poner coto a la injusticia, pues la anarquia se ha apoderado de los espacios. El ambiente es tenso, tòxico, las personas se vuelven cìnicas, las indirectas son dardos que se lanzan  y cruzan en el aire. Lo vicios han hecho estragos, no hay existe respeto por las reglas, no hay castigo a lo incorrecto, se deja pasar, y se crea una ola de inconformidad.Todos callan, vociferan, excretan fuego, realizan comentarios mordaces, pero no hay cambios, no hay justicia. Los lìmites son transgredidos, las faltas exacerbadas, llegando al clìmax de lo increìble...No hay soluciones efectivas, no se imponen correctivos, el daño cada vez hace mella en las heridas individuales, no hay respeto por la humanidad misma, pues la lucha de egos inflados por la fatuidad de sus vacìos, no permiten avanzar a los demàs,  pero no pasa nada...La cuerda se tensa, los ànimos se elevan a su màxima expresiòn, piden justicia las hordas tardìamente,  cuando  ya los estragos de la desidia y los intereses profusos han carcomido las bases de un monstruo de siete cabezas, que luce un cuerpo traspasado por las lanzas de la corrupciòn, de la incapacidad, de la ausencia de un liderazgo que proponga ideas para solucionar efectivamente, integrando a personas que verdaderamente sean capaces por merito propio, dotadas de herramientas tanto profesionales como morales y no escogidas por razones  egoistas y personales, tanto polìticas como de complicidad personales que impiden el avance de una sana y transparente gestiòn sea cual fuera su ìndole. Estamos desprovistos en esencia de personas comprometidas con la misiòn de recomponer, de levantar y sanear unas Instituciones que requieren màs de una dosis de ètica y de ideales que restauren las virtudes pùblicas.  Este problema de la corrupción, como por casi todos los problemas que sacuden a nuestra época, tiene un aspecto poliédrico, pero un fondo de naturaleza moral: y ese fondo es la ausencia del sentido de lo sacro que invade la política. Mientras seamos incapaces de restaurar nuestros bienes eternos, alguien seguirá llevándose nuestros bienes temporales; y lo hará, además, convencido de que su conducta no merece reprobación, puesto que no causa daño tangible, como San Agustín no hallaba daño tangible en hurtar unas pocas peras de un árbol sobrado de ellas.Nuestra época ha consagrado, por atrofia de lo sacro, una moral naturalista, puritana y palabrera, que confía en sus propias fuerzas y cree que a la virtud se llega a través de la disciplina; pero olvida que la disciplina de la virtud, desarraigada de su Principio, engendra tedio. Y así, por puro tedio de la virtud, seguiremos padeciendo corrupción política y moral.

ISABEL VIRGINIA CHIRINOS  FLORES
14/07/2014

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