EL ARTE DE MENTIR
“El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. (Alexander Pope) Si bien la mentira forma parte del ser humano desde su niñez, la conducta repetitiva de faltar a la verdad desde que uno tiene uso de razón deja de ser normal y se convierte en un problema patológico. El problema es que para cubrir una mentira el mentiroso está obligado a sostener lo que afirmó con otras muchas mentiras y así la rueda se hace interminable lo cual trae finalmente su propio descreimiento y hasta en algunos casos, desgracia para él y para quienes le rodean, sean familiares, amigos, etc. Según Vidal, psiquiatra del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UBA., existen cuatro tipos de manifestación de la mentira: la hecha en forma esporádica (todos alguna vez mentimos), la evolutiva (de niño), la que se dice como producto de un padecimiento sintomático (para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje) y la efectuada como conducta repetitiva; ésta es la mitomanía o la Pseudología Fantástica fue descrita por Delbrück en 1891, y posteriormente en la literatura inglesa Healey & Healey (1915), en la que se vive para y por la mentira. El mitómano utiliza la mentira como conducta de vida, falseando la verdad respecto de hechos, cosas y personas con el objeto de hacer un daño; necesita de la mentira para llamar su atención y aprecio. Por este motivo, los mentirosos compulsivos inventan unos hechos y una historia, es decir, se imaginan una vida diferente a la que tienen. Lo patológico comienza cuando las mentiras se hacen cada vez más grandes pudiendo llevar incluso a cometer delitos.
Isabel Virginia Chirinos Flores
Twitter: @chiriflo
Instagram: @chambelon
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