¿UN MUNDO FELIZ?
Siempre tendiendo a la búsqueda de un mundo feliz que no existe sino dentro de las más bellas e increíbles utopías, el ser humano no se ha conformado por pasar por hambrunas, dos guerras mundiales, el apartheid, la guerra fría, la era nuclear, etc. Siempre con la excusa de buscar la felicidad, originan infelicidad y muerte a su paso. Por tanta lucha frenética en pos de conseguir felicidad o bienestar o poderío, resulta igual la terminología, se ha olvidado el hombre en ser feliz en el buen sentido de la palabra, o dichos de otro modo tratar en lo posible de aminorar la maldad de los humanos. Felicidad pidiera significar ausencia de maldad, pero está intrínseca en la condición humana. Aldous Huxley quiso en su libro Un mundo Feliz acercarse al futuro 600 años antes, ideando una especie de castas las cuales van de mayor a menor de acuerdo a sus capacidades, condicionamiento de infantes, y el uso de drogas cono la escopolamina, y en la uniformización del producto humano, la cual sido llevada a un extremo fantástico, aunque quizá no imposible. . Igualmente hay adelantos en experimentos acerca de un gen que sería el causante de la maldad o predisposición genética de los delincuentes, lo cual explica el auge de criminalidad en muchos países. Ciertamente, a menos que nos decidamos a descentralizar y emplear la ciencia aplicada, no como un fin para el cual los seres humanos deben ser tenidos como medios, sino como el medio para producir una raza de individuos libres, sólo podremos elegir entre dos alternativas: o cierto número de totalitarismos nacionales, militarizados, que tendrán sus raíces en el terror que suscita la bomba atómica, y, en consecuencia, la destrucción de la civilización (o, si la guerra es limitada, la perpetuación del militarismo); o bien un solo totalitarismo supranacional cuya existencia sería provocada por el caos social que resultaría del rápido progreso tecnológico en general y la revolución atómica en particular, que se desarrollaría, a causa de la necesidad de eficiencia y estabilidad, hasta convertirse en la benéfica tiranía de la Utopía.
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