CUANDO EL PODER SE LES SUBE A LA CABEZA...



Si el poder se sube a la cabeza debería perder su legitimidad ya que pone en entredicho al sistema que lo sostiene, pues es que entonces ha dejado de estar al servicio de los demás... Cuando la gente se siente poderosa o menos poderosa, cambia su percepción de los otros”, dijo Yap, ahora investigador de posdoctorado en MIT, a Brian Resnick del National Journal.  Cuando decimos “poder” seguramente se nos vienen diferentes ideas y pensamientos a la cabeza y aún más cuando se trata de algo tan tangible como lo que uno vive cotidianamente en una empresa u organización. Es realmente increíble cómo cambian muchas personas cuando acceden a un poco de poder dentro de las organizaciones. Se convierten en personas con una gran imposibilidad de autocrítica, creen que llegaron a ese nivel porque su conocimiento es superior al de aquellos que están en niveles “inferiores” de poder. Algunos se comportan como si fueran infalibles e invalidan a todo aquel que proponga un cambio con el propósito de mejorar, convirtiéndose en “destructores” de nuevas ideas. Sufren de un terrible aumento del ego, identifican poder y tener, con ser. Se dicen a sí mismos: “Si tengo más poder que el resto, entonces soy mejor que el resto”. También suelen creer que quienes piensan distinto son enemigos y algunos llegan incluso a asignar una intención a la diferencia de ideas, por ejemplo: “Me envidian”, “me quieren me quieren dañar”, “buscan desestabilizarme”.
El cambio de personalidad que perturba a tantos dirigentes por su acceso al poder manifiesta cómo es de débil  la naturaleza humana que aun los que parecen más favorecidos de inteligencia se dejan atrapar hacia la ficticia realidad de considerar el mundo como les gustaría que fuese y no como en realidad es. La fijación mental de ese desorden se construye proporcionalmente al aislamiento intelectual de quien impone su verdad, tanto como su poder se lo permite, redibujando la realidad circundante en el monocromo de su visión trascendental.
El origen del desorden mental que causa el poder está en la difícil conceptuación filosófica del mismo, ya que se tiende a concebir como una propiedad del sujeto, cuando en realidad el poder no corresponde sino a una cesión de orden constituida por el grupo social, a quien pertenece plenamente la deriva de todas las relaciones sociales. El poder, por mucho que se manifieste como un personalismo del que dimana la erección de una estructura social, es tan sólo: o una imagen subjetiva de la realidad, o una represión tiránica de la libertad.El poder existe y se concreta en las personas que lo poseen y lo ejercitan, ¡Toma cuerpo y presencia, en los gobernantes, en los que mandan!. Habita o cohabita en o con las instituciones. 
"El poder acusa, recusa, te usa, oprime, reprime y comprime, sospecha y se pecha, inclina, reclina... declina, anima, reanima y conmina, cita y transita, encamina y te camina, es gracia y desgracia, es lento y violento. Es talento y talante, exige y transige, es gordo y sordo, aguarda y te guarda, oye, no escucha, da, quita y se desquita, traga y se atraganta, desoye y desolla, miente, es demente. El poder no tiene recato es mentecato, acicatea, fintea, babea, atranca... tranquea, revuelca y se revuelca, envuelve y revuelve, valora y minusvalora, atora y desatora, cansa, descansa, no se cansa, aprieta... suelta."  (José Alarcón Hernández -  La Miel y la Hiel)

ISABEL VIRGINIA CHIRINOS FLORES
23/07/2014

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