EROS, PHILOS Y ÁGAPE


En la antigua Grecia, al referirse al amor, los griegos  le dieron  tres denominaciones: Eros, Philos y Ágape.  La primera de ellas es la atracción sana y necesaria que un ser humano siente por otro. Philos es el Amor en forma de amistad. Es aquello que yo siento por ti y por los demás. Cuando la llama de Eros no puede brillar más, es Philos quien mantiene juntas a las parejas. Y Ágape es el amor total, el amor que devora a quien lo experimenta. Quien conoce y experimenta a Ágape, se da cuenta de que, en este mundo, nada sino amar tiene importancia. Este fue el amor que sintió Jesús por la humanidad, y fue tan grande que sacudió las estrellas y cambió el curso de la historia del hombre. Luther King dijo en una ocasión que, cuando Cristo hablaba de amar a los enemigos, se refería a Ágape. Porque, según él, era “imposible querer a nuestros enemigos, a aquellos que nos hacen mal, y que intentan hacer aún más miserable nuestro sufrido día a día. Cuando amamos y creemos en algo desde el fondo de nuestra alma, nos sentimos más fuertes que el mundo, y nos invade una serenidad que viene de la certeza de que nada podrá vencer a nuestra fe. Esta fuerza extraña hace que tomemos siempre las decisiones correctas, en el momento preciso, y nos sorprendamos de nuestra propia capacidad cuando alcanzamos nuestro objetivo. Que gran falta nos hace el practicar el ágape día a día, con nuestros seres queridos, con nuestros amigos o vecinos. Más aun, en nuestro país,  que se ha perdido el rumbo hacia la unión por disentir en la forma de pensar, en  lo político o en otros aspectos. Que en ningún momento, en lo que resta de tiempo, durante el resto de tu vida, pierdas el entusiasmo: es una fuerza mayor, dirigida hacia la victoria final. No podemos dejar que se nos escape sólo porque, día a día, tengamos que hacer frente a pequeñas y necesarias derrotas.

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