TRANSMUTAR

¿Cuantas veces no nos han herido? ¿Quién no ha sufrido una decepción? Cuantos no han sido víctimas de un engaño o traición? ¿Cuántos no han sido abandonados o dejados en el olvido? Son tantos los que a través de alguna experiencia han sentido todo lo anterior, en mayor o en menor escala, y siempre habrá una historia que contar acerca de lo que un día vivimos, y nos hizo alguna huella, que siempre recordamos con resentimiento y a veces con dolor. Al igual que las ostras, muchas veces somos víctimas del dolor, dentro de ellas existe una sustancia llamada nácar, de aspecto lustroso, que cuando algún elemento extraño logra penetrar su interior, éste nácar empieza a trabajar, colocando capas sobre capas para proteger a la ostra, lo que da como resultado el nacimiento de la perla. Por ello la ostra que no ha sido herida, no podrá concebir a una perla, que no es más que una herida cicatrizada. La mayoría de las personas, optan por cultivar rencores, dejando sus heridas abiertas, alimentándolas con sentimientos pobres, impidiendo que las heridas cicatricen... Así, cuando seamos tratados con indiferencia, o nuestras palabras sean mal interpretadas, cubrir esas heridas o agravios con capas de amor, lograremos cicatrizar esas heridas y al igual que las ostras nos transformaremos en perlas. Son tantos los que nos topamos cada día que viven como ostras vacías, y no porque no hayan sido heridas, sino porque no han sabido perdonar, comprender y transmutar su dolor en amor, y así dar paso a un mayor crecimiento personal...

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