PERDER EL "OREMUS"
Entender que se ha perdido el norte o el rumbo ante la misión a cumplir es un gran paso, porque antecede al reconocimiento de los propios errores para proceder a enmendarlos y corregirlos,
Nadie ha dicho que es fácil llevar adelante a un Estado u Organización mas si no se esta capacitado para ello y sobre todo si no se aplican las políticas acertadas, todo esto acompañado de un buen Gabinete Ministerial así como asesores, dentro de un marco constitucional para enrumbar a buen destino al país. Pero sin independencia de Poderes, sin transparencias en los actos, sin libertad, con medios censurados, y con las Fuerzas Armadas al servicio del Régimen, imposible. Eso no es un Estado, y si lo fuera seria forajido, fallido. Solo puedo decir si se empeñan en decir lo contrario, solo han perdido el juicio.
Hace mucho que este país esta desorientado, perdido y sin timonel. Obviamente quienes se han hecho el poder para si y no al servicio de Venezuela en los últimos veinte años, han perdido la brújula y con ello colocando al país al borde de un despeñadero. Nadie debe olvidar que Venezuela era el país mas rico de toda Latino América, pero henos aquí: paupérrimos, con la mas alta inflación, ahogados en corrupción, con un sistema de salud deplorable, con una alta desnutrición infantil, con un PIB a nivel subterráneo, sin gas, ni gasolina, sin medicinas, con un tejido social terriblemente deteriorado por la ausencia de valores, desunidos, enfrentados, ante un gran desarraigo, que ha construido una diaspora inmensa, en fin, podemos decir que quienes se han hecho del poder, han perdido el Oremus y el control sobre sus propias acciones.
Paso a explicar su significado, si bien es cierto que esta alocucion meramente latina y católica, es una de esas expresiones que se ha arraigado en el lenguaje católico popular. Y esta consiste en la invitación a la oración que hacía el sacerdote en el rito, eso es el “Oremus” ( Oremos, en la misa en latín). Y el feligrés, debía saber cual era la oración que tocaba recitar en esa parte de la misa. Si se despistaba ( por ejemplo, estar mirando las musarañas sin prestar atención a los tempos del ritual) y no sabía qué debía recitar, era que había perdido el “oremus”.
Ahora, les pregunto:
Quien en su sano juicio puede creer que el país va por buen camino?
Quien en su sano juicio puede dar fe que existe democracia y libertad en Venezuela?
Quien que no sea orate, puede afirmar que hay libertad de expresión?
Quien se atreve a desmentir que existe una inminente crisis humanitaria?
Quien se atreve a desmentir que existen presos políticos por disentir con este Régimen?
Quien deja que se pudran containers contentivos de alimentos?
Quien permite que prendan fuego a alimentos y medicinas?
Quien baila y ríe cuando el país se va por el caño, debe dirigir el país ?
Quien conteste afirmativamente obviamente ha perdido el oremus, la racionalidad, la sindéresis, la conciencia, el sentido común , la sensatez y la cordura.
A propósito de lo anterior traigo a colación un fragmento extraído de la historia, referente a la ceguera y fanatismo de los dictadores a través del tiempo y concatenado a nuestra realidad y luego saquen ustedes sus propias conclusiones.
"Una noche de julio del año 64 d. C. se declaró un atroz incendio en el área del Circo Máximo, en Roma. El viento propagó rápidamente las llamas, sembrando el terror entre la población. Tras seis días interminables de devastación sin tregua se logró habilitar cerca del monte Esquilino una zona abierta para servir de cortafuegos. Entonces se desató un segundo incendio, cuyo foco se localizaba en el barrio Emiliano, en una finca de Ofonio Tigelino, prefecto del pretorio y mano derecha de Nerón. El fuego arruinó la ciudad y dejó una estela de sospechas, que recayeron ya sobre el soberano, Nerón, ya sobre los culpables que él señaló: los cristianos. Este desastre continúa siendo, a día de hoy, uno de los episodios más conocidos de la Roma Imperial.
Tanto contemporáneos como historiadores posteriores culparon al propio emperador, al que presentaron cantando con su lira mientras contemplaba extasiado el poder devorador de las llamas. En el momento del incendio, Nerón llevaba diez años a la cabeza del Imperio, pero comenzó a derivar hacia una forma de gobierno despótico. El episodio que originó este declive fue el asesinato de su propia madre, Agripina. No hay duda de que el incendio, ya fuera casual o intencionado, constituyó para Nerón su gran oportunidad para seguir fomentando una política orientalizante —ya que practicaba una política cada vez más personalista— y populista. Nerón no consiguió disipar las sospechas de que había sido él el causante del incendio. Era necesario buscar urgentemente a un culpable y para ello recurrió a una de las minorías religiosas llamadas entonces «sectas»: la de los cristianos o seguidores de Cristo.
Esta perversa estrategia de Nerón no parece tanto una persecución dirigida contra los cristianos por el hecho de serlo, sino más bien un intento desesperado por encontrar a alguien a quien culpar de lo ocurrido y poder alejar de sí las sospechas. "
Y finalmente, como dice el viejo adagio: Quien no conoce la historia, corre el riesgo de repetirla...
ISABEL VIRGINIA CHIRINOS FLORES
Twitter:@chiriflo
Instagram: @chambelon
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