MIEDO AL MIEDO

La palabra miedo proviene del término latino metus. Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad. El miedo es una emoción fundamental :universal, inevitable y necesaria. Desde el punto de vista social y cultural, el miedo puede formar parte del carácter de la persona o de la organización social. Se puede por tanto aprender a temer objetos o contextos, y también se puede aprender a no temerlos, se relaciona de manera compleja con otros sentimientos (miedo al miedo, miedo al amor, miedo a la muerte, miedo al ridículo) y guarda estrecha relación con los distintos elementos de la cultura. Hoy se teme a un nuevo poder fáctico que denominan "la dictadura de los mercados", que tiende a reducir los beneficios sociales y las conquistas de la ciudadanía económica del último medio siglo; miedo a quedarnos sin ese bien cada vez más escaso que se llama trabajo, a reducir nuestro poder adquisitivo, al subempleo, a la marginación económica y social. El temor ha sido siempre uno de los aliados más fieles del poder, que intenta que la población viva inmersa en él. La creación artificial de atmósferas de miedo obliga a los ciudadanos a blindarse frente a los contextos sociales. El miedo que anida en el cerebro quebranta la resistencia, genera pánico y paraliza la disidencia; no hay poder en la Tierra que no haya confiado en alguna forma de terror. Surge así lo que algunos han denominado la ideología del miedo. El miedo como arma de dominación política y control social; el miedo como herramienta de destrucción masiva en la guerra de clases. A lo largo de la historia ha habido todo tipo de movimientos sociales y culturales fundamentados en esa sensación provocada por la percepción de ese peligro real o supuesto, presente o futuro.El miedo se manifiesta cuando las relaciones de poder son muy extremas: se esfuman las certezas, lo garantizado, el statu quo, y emergen la precariedad y el desasosiego paralizante. Antes ello ocurría en tiempo de guerras y represiones políticas -cuando los inquisidores llegaban a las ciudades medievales, cuando entraban en vigor las leyes raciales contra los judíos, cuando los negros veían arder delante de sus casas las cruces de madera instaladas por el Ku Klux Klan, en los regímenes totalitarios o dictatoriales,  pero ahora el temor se expande y añade otra naturaleza a la tradicional. El miedo adopta rostros inéditos. Hoy no se trata solo de los temores tradicionales a la muerte, el infierno, la enfermedad, la vejez, la indefensión, el terrorismo, la guerra, el hambre, las radiaciones nucleares, los desastres naturales, las catástrofes ambientales. El nuevo temor y desasosiego producidos por la crisis que se expande a la velocidad de la luz entre la ciudadanía paraliza las reacciones, incluso la del miedo al miedo mismo. El temor es una emoción que inmoviliza, que neutraliza, que no permite actuar ni tomar decisiones con naturalidad. Este miedo contemporáneo hace a todos susceptibles de ser dominados, subyugados por los que poseen la capacidad de generarlo: por los que ejercitan el poder, que someten a los miedosos y les inyectan pasividad y privatización de sus vidas cotidianas, los culpabilizan y, a continuación, los castigan bajándolos de la escala social en beneficio de los primeros.Con la irrupción de una crisis tan profunda como la que vivimos, conceptos como los del miedo y la inseguridad, que pertenecen con más propiedad a otras disciplinas sociales (la psicología, la psiquiatría) que a la economía, se han incorporado con mucha fuerza al análisis técnico de esta última.
 
ISABEL VIRGINIA CHIRINOS FLORES
02/02/2013

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